Cómo Mejorar la Relación Familiar con Adolescentes: Claves para Entender y Comunicarte Mejor

Tener un adolescente en casa puede ser todo un desafío, lo sé, los míos han intentado volverme loca muchas veces, pero no me dejo. Sin embargo, también puede ser una etapa de oportunidades para fortalecer los lazos familiares.

Primero, por favor, recuerda que el ser humano tiende a pagar su mal humor con quien más quiere y si a eso le sumamos las hormonas, mucho peor. Los adolescentes no entienden muy bien lo que está pasando en su cuerpo, porque se sienten o reaccionan de determinada manera o porque ahora hay pensamientos o cuestionamientos que antes no existían.  

No desesperes, respira, hay luz al final del túnel, pero eso sí, hay que tener mucha paciencia. La paciencia y el amor son los que te ayudarán a superar los momentos “complicados”.

Trata de comunicarte mejor con hij@s adolescentes, eso ayudará a construir una relación basada en la confianza y el respeto mutuo. Sé que no es fácil, pero no podemos dejar de intentarlo, por eso aquí te comparto algunos consejos para que puedas navegar esta etapa con más tranquilidad.

1. Habla con tu hij@, NO a tu hij@

Hazle preguntas para que las respuestas sean más elaboradas y no se quede en un sí o un no. Pregúntale por sus amigos, qué ha pasado con ellos o ellas. Trata de entablar una conversación y que no seas solo tú hablando lo que piensas que él o ella debería hacer. Aprovecha quizás el tiempo en el auto o busca el momento para conversar. Busca esa empatía entre los dos, puntos de encuentro. Quizás puedas conectar con una historia de tu adolescencia o de tu vida que sea similar a algo que él o ella está viviendo. 

Está atento a los cambios de humor o de ánimo. Trata de hablar, de preguntar lo que le pasa y si puedes ayudar en algo. Sin embargo, si no quieren hablar, dale espacio, pero asegúrate de decirle que lo amas y que estarás allí cuando te necesite. Si puedes dale un abrazo antes de darle ese espacio que necesita o te pide.

2. Escucha Activamente

Uno de los errores más comunes que cometemos es oír, pero no escuchar. Cuando tu hijo/a adolescente te hable, presta atención sin interrumpir. Mantén contacto visual y muestra interés genuino (así no te parezca muy interesante, presta atención) Esto no solo les demuestra que te importan sus opiniones y sentimientos, sino que también te ayuda a entender mejor lo que está viviendo.

Pregunta: ¿qué puedo hacer por ti? ¿Cómo puedo ayudar a que estemos mejor? Escucha, es increíble lo que podemos aprender también de ell@s. 

3. Sé Paciente y Empático

Recuerda cómo te sentías tú a esa edad. Los cambios emocionales y físicos. Practica la empatía intentando ponerse en su lugar. A veces, lo que para nosotros parece insignificante, puede ser un mundo para ellos. Recuerda que la paciencia es clave. Trata de no reaccionar de manera impulsiva. Respira. 

4. Establece Límites Claros, pero Flexibles

Los adolescentes necesitan límites, pero también necesitan sentir que tienen cierto control sobre sus vidas. Habla con ellos sobre las reglas y explica el porqué de cada una. Escucha sus opiniones y aunque no siempre será posible ser flexible, eso les enseña a negociar y les da una sensación de autonomía. Por ejemplo, si consideras que una terapeuta o psicólogo profesional puede ayudar, inclúyel@ en la decisión, dale dos opciones y que él o ella escoja con quién pudiera sentirse mejor.  Incluirl@ en las decisiones les da cierta sensación de control de su vida. 

5. Comparte Actividades en Común

Encuentra actividades que ambos disfruten. Puede ser ver una serie juntos, salir a caminar, cocinar o incluso jugar videojuegos. Compartir tiempo de calidad sin la presión de tener conversaciones profundas puede ayudar a fortalecer la relación y crear un ambiente más relajado y abierto para cuando surjan temas importantes.

6. Comunica tus Expectativas de Manera Clara

Los adolescentes no siempre interpretan nuestros mensajes de la manera que esperamos. Sé claro y directo con tus expectativas, pero evita ser autoritario. Usa un lenguaje positivo y constructivo. En lugar de decir “No llegues tarde”, intenta decir “Me gustaría que estuvieras en casa a las 10 para que podamos descansar todos.”

7. Mantén una Actitud Abierta y sin Juicios

Fomenta un ambiente donde tu hij@ se sienta cómodo compartiendo sus pensamientos y experiencias sin miedo a ser juzgado. Si reaccionas de manera crítica o severa, es probable que se cierren y dejen de comunicarse contigo. Muestra interés incluso si no estás de acuerdo con todo lo que dicen y ¡ojo! Puedes decir que no estás de acuerdo en algo, pero intenta mantenerte calmada. 

8. No Te Olvides de Cuidarte a Ti Mism@

Finalmente, recuerda que no puedes cuidar bien de los demás si no te cuidas a ti. Busca momentos para relajarte, habla con amigos o familiares sobre tus preocupaciones, y no dudes en pedir ayuda si la necesitas. Una madre o padre equilibrado emocionalmente podrá afrontar mejor los desafíos de la adolescencia de sus hijos.

Con estos consejos, espero que te sientas más preparada para fortalecer la relación con tu hij@ adolescente. Recuerda que cada familia es única y lo más importante es encontrar lo que funcione mejor para la tuya. ¡Ánimo, lo estás haciendo bien y lo sé, porque estás leyendo esto, lo que quiere decir que estás buscando ayuda. No estás sola. yo también me he sentido así, muchas veces, pero el amor todo lo puede y la paciencia ayuda mucho.

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Sanar el duelo en familia: Acompañando a niños y adolescentes en la pérdida de un ser querido

La muerte de un ser querido es una de las experiencias más dolorosas que podemos enfrentar, es un sentimiento que piensas te va a destruir por completo, es una oscuridad profunda que amenaza todo tu ser. Cuando estamos en duelo y, al mismo tiempo, debemos ayudar a nuestros hijos a atravesar su propio dolor, la carga emocional puede parecer abrumadora, casi imposible de llevar, pero aquí te comparto algunos consejos que espero pueda ayudarlos a sanar juntos, en familia.

  1. Habla sobre la pérdida

Es importante hablar sobre lo que pasó, expresar sus sentimientos. Los niños y adolescentes a menudo tienen preguntas y miedos que necesitan ser abordados con honestidad y sensibilidad. Usa un lenguaje sencillo y cercano, adecuado para su edad. Explicar la muerte de manera clara puede ayudarles a entender mejor lo que sienten, es inexplicable e imposible la nueva realidad que viven. 

Según la Psicóloga Marisa Azaret, hay que tener en cuenta que si son niños pequeños todavía no tienen claro el concepto de la muerte, por lo que es probable que te pregunten una y otra vez “¿Dónde está… (ese ser querido)?”. Sé que no es fácil porque estarás viviendo tu propio proceso, pero respira y contesta a sus preguntas cuantas veces sea necesario de manera empática. 

  1. Valida sus emociones

No hay forma correcta de vivir el duelo, todos en la familia procesan el duelo de manera diferente. Algunos pueden sentir tristeza, otros enojo, miedo o incluso alivio. Asegúrate de validar las emociones de tus hijos, dejándoles saber que está bien sentirse como lo hacen. Dales espacio para llorar, hablar o simplemente estar en silencio, pero recuérdales siempre lo mucho que los amas. Un abrazo generalmente es bien recibido y si no es así, dales tiempo. Aunque te digan que no quieren ese abrazo o te rechacen, como pasa con algunos adolescentes, te aseguro que si lo quieren o lo necesitan, solo que la ira y la negación por lo sucedido puede que los nuble. Recuerda que el dolor e incertidumbre que sienten todos es muy grande. 

  1. Crea rutinas de apoyo

Mantener ciertas rutinas puede proporcionar una sensación de estabilidad y seguridad en tiempos de crisis emocional. Esto no significa que todo deba seguir igual, pero pequeñas rutinas como comer juntos, orar o leer una historia antes de dormir, inclusive hacer una actividad en familia pueden ayudar a proporcionar un ancla en medio de la tormenta. No es fácil, pero es un proceso que irán llevando poco a poco.

  1. Comparte recuerdos, resignifica y agradece.

Hablar sobre la persona que han perdido puede ser doloroso, sí, pero también reconfortante porque puede que hasta sonrían recordando momentos bonitos. Y sí, es posible que primero sea entre lágrimas, pero poco a poco irá cambiando. Comparte historias, vean fotos o videos juntos y permite que tus hijos también hablen de sus recuerdos. Esto no solo honra la memoria del ser querido, sino que también ayuda a mantener vivo su legado de una manera positiva. Ten en cuenta que es posible que uno de ellos no quiera ver esas fotos o videos porque resulta muy doloroso, así que no lo obligues. Espera a que pase un poco de tiempo e intenta recordar esos momentos de manera natural. Por ejemplo, si alguien se resbala, comenta “recuerdas cuando …. Casi se cae y todos reímos” o “recuerdas los gritos que dio en aquel juego” o comienza una vez más, a ver esas fotos o vídeos y quizás se acerque, pero no dejes de intentarlo porque resignificar el pasado, ayuda a sanar. Hazte esta pregunta: ¿Hubieses preferido no conocerl@ o no haberl@ tenido en tu vida con tal de no sentir este dolor tan grande?  

Recordar lo bonito, te hace sentir agradecida del tiempo juntos aunque pienses haya sido muy poco y les faltaba más por vivir, pero como escribió mi hija Miranda poco después de la muerte de su papá, “Pa, pase poco tiempo contigo, pero 12 años es mejor que nada. Te amo!”.

  1. Busca ayuda profesional

No tengas miedo de buscar ayuda. Terapeutas especializados en duelo pueden proporcionar un apoyo invaluable tanto para ti como para tus hijos. A veces, hablar con alguien fuera del círculo familiar puede ayudar a procesar el dolor de manera más efectiva. Es posible que no quieras o quieran ir, pero es importante que lo hagan, yo recuerdo que mi hijo de 15 años en aquel momento no quería ir y me odio por llevarlo, pero le dije: “No sé cómo lidiar con esto, con mi dolor que me rompe el alma y con tu dolor que hace lo mismo y te llena de rabia. Así que debemos al menos, intentarlo”.  

Recomendaría también que si se trata de un adolescente, pregúntale si prefiere un terapeuta hombre o mujer. Lo ideal es que se sienta lo más cómodo posible para que así, haya más posibilidades de que se comunique mejor  y comience a sanar.

  1. Cuida de ti mismo

Es fácil descuidar tu propio bienestar cuando estás enfocado en ayudar a tus hijos, pero recuerda que no puedes dar lo que no tienes. Tómate tiempo para ti, para llorar, descansar y buscar apoyo en amigos o familiares, esos a los que me gusta llamar “Gente Luminosa” los que suman, los que están allí para escucharte o abrazarte y ayudarán a recargarte de energía bonita y fuerza para seguir adelante. Recuerda que debes poner límites a aquellos que restan o drenan la poca energía que sientes tener. 

Insisto, un terapeuta o psicólogo es una excelente opción. Yo era de la que no creía mucho en eso, quizás porque pensaba que podía sola o porque hay quienes piensan que si lo haces es porque estás “loc@”; nada más alejado de la realidad.  La pregunta es: ¿Por qué intentarlo sol@ cuando puedes tener ayuda? Quizás, ese profesional puede ayudarte a ver un enfoque diferente y trabajar en ti para estar mejor.  Cuidarte es esencial para poder cuidar bien de tus hijos. 

  1. Herramientas 

Hay muchas herramientas que pueden ayudar a la familia a superar vivir desde el dolor. La escritura, el dibujo, la música y otras formas de expresión creativa pueden ser muy terapéuticas porque ayudan a “sacar” ese dolor que no has querido sentir, porque sí, es muy duro conectar con esa oscuridad que amenaza con destruirte, pero la única forma de sanar es atravesando el dolor, no hay atajos y lo sé porque los intenté todos.

También puedes considerar actividades como salir a caminar, el yoga o la meditación, que pueden ayudar a calmar la mente y el cuerpo. Escucha música que pueda te ayude, no que te hunda. Lee libros o busca podcasts que puedan hacerte reflexionar y quizás ayudar en tu camino a sanar. La verdad es que debes al menos intentarlo, porque ¿qué es lo peor que puede pasar, que no funcione? Bueno, peor no vas a estar, así que vale la pena, al menos intentarlo. 

  1. Permítete sentir y sanar a tu ritmo

No hay un tiempo para el duelo y no es que el tiempo ayude, es lo que haces en ese tiempo para sanar. Habrá días buenos, días no tan buenos y otros terribles, y eso está bien, es normal porque la montaña rusa de emociones que estás viviendo a veces te lleva en picada, pero calma, repítete: “Voy a estar bien” y trabaja para lograrlo. 

Permítete sentir todas las emociones y recuerda que está bien pedir ayuda y apoyarte en los demás. Llorar delante de tus hijos está bien, pero lo que no puedes es rendirte y hundirte en el dolor. Sí, sé que eso es lo que quieres porque es muy difícil seguir en el día a día, pero tu vulnerabilidad y fortaleza los hará aprender a seguir a pesar de los golpes de la vida. Tienes que permitirte sentir, pero no puedes vivir desde el dolor e ir como muert@ en vida. 

Adriana Castro, de la fundación Ale, perdió a su hijo de 3 años y dice que: “debemos poner tiempo de caducidad al sufrimiento” porque el dolor nos va a acompañar toda la vida, pero debes trabajar en aprender a vivir con ese dolor, e inclusive lograr ser tu mejor versión para honrar a quien no está y te quiere bien, porque cuando amas a alguien lo quieres bien. No te conviertas en un coleccionista de resentimientos porque la vida no te ha tratado como querías. Pregúntate, si hay algo que debes aprender de todo lo que ha pasado y comienza a trabajar en ti, oblígate a hacerlo así no quieras, te lo debes a ti, a tus hijos y a quien los acompañará siempre en su corazón.  

Sanar un duelo en familia es un camino difícil, pero no estás sol@ en esto, muchos hemos pasado por ese dolor y se que no es fácil, pero con amor, paciencia y apoyo mutuo, tú y tus hijos pueden encontrar la manera de seguir adelante e inclusive de volver a sonreír desde el corazón, de ser feliz.  

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Descubre el Camino hacia tus Sueños: El Arte de Establecer Metas

Una de las nuevas tradiciones que adopté este año fue “El mapa del tesoro”. Al principio lo veía como una excusa para reunirnos entre amigas, tomar un buen vino y reírnos mientras escogíamos fotos de revistas, pero se convirtió en algo más que eso. Mientras hacíamos esta actividad a la luz de la luna con incienso, música y vino, me puse a reflexionar en cuáles serían mis metas del año y eso me llevó a cuestionar cuáles habían sido por mucho tiempo mis sueños nunca realizados y por qué esas metas se habían quedado en el olvido.

El mapa del tesoro para aquellos que no están familiarizados con esta actividad, es básicamente escribir en una cartulina tus metas del año. Se usan imágenes para recrear y ayudar a visualizar tus futuros logros (algunos un poco más accesibles que otros). Esta “pizarra de visualización” o mapa del tesoro no es más que manifestar al universo todo aquello que quisieras lograr en el nuevo año. 

La visualización es el arte de ponerle imágenes a algo que quieras que suceda, usar tu imaginación en cada detalle de este pensamiento, pero cuando esos detalles se transforman en pasos a seguir, ellos se convierten en estrategias, y allí nace la meta. Cuando estas estrategias se ponen en acción las ruedas del universo empiezan a moverse.  

Yo siempre he sido fiel creyente de la eficacia de la visualización, de hecho tengo la certeza que ella y el destino son los mejores amigos. En mi experiencia creo que la visualización está conectada por Bluetooth con el destino, eso sí, para poder funcionar tienen que estar en el mismo WiFi, y para mi ese WiFi se llama “acción”.  

Muchas veces, el día a día nos hace olvidarnos de aquellos sueños que teníamos de chicos, o de aquellos planes que alguna vez pensamos llevar a cabo. La rutina nos hace olvidar que el mundo gira a 107.280 kilómetros por hora, que nuestras células están en constante movimiento y que nosotros, al igual que el globo terráqueo, tenemos que poner en movimiento nuestros planes, buscar nuestro propósito de vida y llevar un plan de acción. Cuando nos ponemos una meta, esta nos proporciona dirección, nos da motivación al despertarnos y sentido de logro al acostarnos.

Hay muchos tipos de metas y ninguna es menos que otra. Están las metas profesionales que quizá involucran un poco más de paciencia, las metas personales, académicas o de salud. Ese primer paso es el más difícil, por eso es buena idea que sean “SMART” (específicas, medibles, alcanzables, relevantes y con un tiempo definido)  

Para alcanzar las metas hay que planificar el camino e ir definiendo rutas, empezando con pasos cortos pero firmes, mantenerte motivado con logros pequeños y con la certeza que cada día estás más cerca de lograr lo que siempre has soñado.

Este blog, es un pequeño paso en mi camino a lograr mi objetivo mayor. Ustedes fueron parte de mi visualización. Yo trabajo todos los días en hacer realidad esa persona que yo quería ser de chica, ahora te pregunto: ¿Qué tan cerca estás tú de esa persona que soñabas cuando eras pequeña? Yo te tengo la respuesta: muy cerca, solo tienes que dar el primer paso, visualizar, poner en acción y disfrutar el camino.

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El camino hacia la luz: Reflexiones tras 25 años de amor y cambio

Después de 25 años, 9,000 días juntos, tres ciudades, 6 casas, dos hijos y dos perros, mi compañero y mejor amigo tomó la decisión de separarse.

Para algunos el dolor viene de una pérdida de un ser querido, el desengaño de un amor, la pérdida del trabajo… El mío vino de la persona que era mi todo. ¿Cuál duele más? Te pudiera decir el mío, pero “¿Jaulas o alas, cuál prefieres? Hay que preguntarle al pájaro” 

Hace 28 años me fui de mi país a estudiar inglés al extranjero. Me fui lo más al norte que podía y allí, en un día de verano conocí a el que se convertiría en mi mejor amigo y confidente. Él era de mi misma ciudad, teníamos miles de amigos en común pero nunca nos habíamos visto. Ese cómplice que se llama destino, hizo que él se mudara al mismo edificio y coincidiéramos en el mismo salón de clases. Los meses pasaron, volvimos a nuestro país, y cada quien siguió su camino, con la certeza que habíamos ganado una amistad muy inusual. Él era mi confidente y yo el suyo, él me presentaba chicos y yo le coordinaba salidas con mis amigas hasta que un día lo inevitable pasó.

A él lo trasladan a Estados Unidos pero la comunicación nunca se perdió y una Semana Santa, fui a visitarlo a NYC y al tercer día me estaba pidiendo matrimonio. La propuesta era impulsiva dirían algunos. Yo dejaría mi vida por una relación que realmente no tenía historia, pero los dos nos encontramos agarrados de la mano, aguantando la respiración y brincando al vacío. Tres años después le dimos la bienvenida a nuestro primer hijo y así empezó nuestra vida en familia. Toda una historia de novela. 

Como toda buena historia tiene un momento de suspenso. Cerca de 9,000 días después de su inicio, él me confiesa que se le ha ido el amor. ¿Pero a dónde se fue? ¿Está de vacaciones o se fue para no volver? Sea cual sea la respuesta, la decisión estaba tomada y yo la acepté porque al final el amor es tan grande que uno quiere que esa persona sea feliz.

Es difícil cuestionar cómo las mujeres tomamos los divorcios o las separaciones, especialmente cuando la decisión está en manos de la otra persona, pero yo tomé un camino un poco inusual, el camino de la luz. Me enfoqué en los momentos de alegría porque a fin de cuentas esa persona me había regalado 25 años de felicidad, dos hijos maravillosos y miles de hermosos recuerdos. ¡Qué suerte con la que he contado en la vida!

Durante esta transición me he enfocado en contar las bendiciones y siempre buscar una sonrisa. Le he abierto la puerta a la naturaleza, a las caminatas al atardecer, a nuevos retos y nuevos proyectos, a reencuentros con viejos amigos, entre otros. Me di cuenta que, cuando mi mente le busca lo positivo a cada experiencia, mi corazón se alinea y me cambia el rostro, que no solo me alegra a mí sino a los que están a mi alrededor y esa energía positiva se transforma en paz. 

Yo creo que la clave en mi proceso fue nunca abrirle la puerta al odio ni al rencor. Soy una persona creyente de la existencia de las energías. La energía se palpa, se siente, se transmite y atrae o rechaza otras energías, que al final hacen que las cosas fluyan y sean las grandes cómplices del destino. 

Tú, que estás leyendo estas líneas pudieras pensar que todo esto es imposible, que no todo puede ser felicidad y estás en lo cierto, no todo es felicidad. Sentí mucha tristeza, y todavía en muchas ocasiones siento una tristeza profunda y las lágrimas se asoman nuevamente, pero hay una gran diferencia entre la tristeza y el odio. Pienso que la tristeza es algo que el tiempo va aplacando poco a poco, lo vas trabajando, aceptando y superando mientras que el odio y el rencor se retroalimentan, crecen y se apoderan de tus energías, de ti. A veces mis amigas y familiares cuestionaban mis sentimientos hacia mi EX-esposo (ya agregué esa palabra en mi vocabulario), me preguntaban por qué no me descargaba y lo insultaba y la realidad es que para mí eso implicaba cargarme de energías negativas que solo me afectarían a mí porque él continuaría su vida feliz.

 

La búsqueda de paz interior se ha convertido en mi meta diaria y estos pasos me han ayudado en este proceso:

  1. Aceptación de la situación: Reconocer y aceptar la realidad de lo que me ha sucedido fue mi primer paso para avanzar. Aunque puede ser doloroso, enfrentar la verdad es fundamental para comenzar el proceso de sanación.
  2. Prácticas de mindfulness o meditación: Estas prácticas me ayudan a estar presente en el momento actual y a calmar la mente. 
  3. Buscar apoyo emocional: Esta fue la clave en mi proceso. Contar con esos amigos cercanos, familiares y un buen terapeuta puede ser invaluable. Expresar mis sentimientos y compartir mi carga emocional con alguien de confianza me ha aliviado el camino. 
  4. Analizar mi rol en la relación: Un matrimonio es de dos y ambos tenemos un grado de culpabilidad. A mí me ha ayudado a concientizar mi rol y aceptar mis errores.
  5. Cuidado personal: Me he enfocado en mí, en mi bienestar físico y mental. El autocuidado es crucial para fortalecernos emocionalmente. Trabajar mi autoestima ha sido y es la tarea más ardua que he tenido que enfrentar en este proceso. 
  6. Perdón y compasión: A medida que he avanzado en mi proceso de sanación, he perdonado, no solo a él, sino a mí. El perdón no significa olvidar o justificar, sino liberarse del resentimiento y abrir espacio para la paz interior. 
  7. Enfoque en lo positivo: Mi herramienta favorita. Aunque pueda parecer difícil, trato de encontrar aspectos positivos o lecciones aprendidas diariamente. Esto no minimiza el dolor, pero puede ayudarte a ver la situación desde una perspectiva más amplia.
  8. Tiempo y paciencia: La sanación no ocurre de la noche a la mañana. Tenemos que darnos tiempo y ser pacientes con nosotros mismos. Cada persona tiene su propio ritmo de recuperación y es importante permitirnos avanzar a nuestro propio paso.

 

Encontrar paz en medio del sufrimiento es un proceso complejo y único para cada individuo. No hay una fórmula exacta, pero estos pasos pueden servir como guía para comenzar tu viaje hacia la paz interior.

Así que mientras yo sigo mi camino, te invito a reflexionar: ¿Qué eliges tú, jaulas o alas? La vida nos presenta desafíos, pero también nos ofrece la oportunidad de volar hacia nuevas latitudes incluso cuando parece difícil. Porque al final, el destino es un tapiz tejido con hilos de experiencias, y cada hilo, cada experiencia, contribuye a la obra maestra que es nuestra vida.

Te dejo con una frase de la película “El Exótico Hotel Marigold”: “Al final todo va a estar bien, y si no está bien, no es el final”. Así que Elige ser feliz, que las mejores páginas, tuyas y mías, están por escribirse.

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Brillando en la oscuridad: Mi viaje con la depresión de mi hijo

Hoy te cuento mi experiencia como madre de un joven que sufre de depresión y ansiedad. Y comparto contigo herramientas que pueden ayudarte a manejar esta situación si pasas por lo mismo.

Mi viaje por el mundo de la depresión empezó cuando a mi hijo le dio un ataque de pánico en medio de una competencia en la que estaba participando representando a su colegio. En ese momento ni él ni yo sabíamos lo que estaba pasando. Él solo logró decirme que no estaba bien, que tenía sentimientos que no comprendía, que estaba muy triste y deprimido, que no podía respirar y quería salir corriendo. 

Mi hijo, en esa época, era un niño brillante, top de su clase. Se había ganado recientemente una beca completa en uno de los colegios más prestigiosos de la ciudad, en teoría no le faltaba nada… Pero sí le faltaba algo: una sustancia química en su cerebro que daba paso a la depresión. Hoy, 8 años después, puedo decir que el camino ha sido largo, lleno de angustias y frustraciones, pero gracias a la ayuda correcta y madurez de ambos hemos superado muchos problemas. Y aunque esta enfermedad es para siempre, hemos aprendimos a vivir con ella y a sacar lo mejor de la situación. 

Como madre con una excesiva actitud positiva, puedo decir que una de las cosas más difíciles para mí fue aceptar que mi hijo veía la vida a través de un velo de negativismo. A menudo, intentaba animarlo mostrándole la contraparte sin darme cuenta que le estaba haciendo más daño. Recuerdo que un día me dijo “Ma, cada que vez que tú me dices que vea la situación de otra manera me haces sentir peor, porque me doy cuenta que lo que TÚ ves tan simple yo no lo veo, que esa luz que TÚ ves al final del túnel YO no la veo” y allí comprendí que lo único que podía hacer era sentarme a su lado en ese túnel y en silencio agarrarle la mano y acompañarlo hasta que sus ojos se adaptaran a la oscuridad y lograra ver nuevamente el rayo de luz. Me costó mucho, pero fue uno de los mayores aprendizajes de este viaje. 

Romper el estigma en torno a la salud mental es difícil, y como madre, es angustiante no saber cómo ayudar. Estas son algunas herramientas que me ayudaron a lidiar con mi adolescente, quien además de estar atravesando cambios hormonales, enfrentaba desequilibrios químicos y no contaba con la madurez suficiente para comprender lo que estaba experimentando.

1. Educación sobre la salud mental: Comprender los síntomas y causas de la depresión y la ansiedad nos puede ayudar a manejar mejor la situación y ofrecer un apoyo más efectivo. Nos ayuda a entender que no es lo mismo estar de mal humor que estar deprimido, ser flojo a tener déficit de atención, ser miedoso a sufrir de ataques de pánico. Cuando leemos y nos educamos podemos identificar y ayudar mejor a nuestros hijos. 

2. Escuchar de manera activa y comprensiva: Estar disponible para escuchar sin juzgar y mostrar empatía hacia los sentimientos y preocupaciones de nuestros hijos puede hacer una gran diferencia. Lo que parece simple para nosotros, no siempre lo es para ellos.

3. Buscar ayuda profesional: A veces, los padres podemos necesitar ayuda de psicólogos, psiquiatras u otros profesionales de la salud mental para entender mejor y tratar los problemas de nuestros hijos. Un especialista ES TU MEJOR ALIADO. Probablemente tu hij@ no quiera asistir a una consulta, pero tú puedes pautar una para ti y la ayuda que puede ofrecerte es invaluable.

4. Promover un ambiente de apoyo: Crear un entorno familiar donde se fomente el diálogo abierto sobre la salud mental puede hacer que nuestros hijos se sientan más cómodos al hablar sobre sus emociones y buscar ayuda cuando la necesiten. El colegio puede ser otro gran aliado en este proceso, hoy en día muchas instituciones educativas cuentan con buenos recursos en lo que se refiere a salud mental.

5. Fomentar hábitos saludables: Una dieta equilibrada, ejercicio regular y suficiente descanso pueden tener un impacto positivo en la salud mental de los adolescentes.

6. Establecer rutinas y límites: Tener rutinas predecibles puede proporcionar estructura y seguridad emocional, mientras que establecer límites claros puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad.

7. Redes de apoyo: Conectar a nuestros hijos con amigos, familiares u otras personas que puedan brindar apoyo emocional también puede ser beneficioso.

8. Fomentar la autoestima positiva: Reconocer y alentar los logros y cualidades positivas de nuestros hijos puede fortalecer su autoestima y resiliencia frente a los desafíos.

9. Educación sobre la prevención del suicidio: Este es un tema del que casi nadie se atreve a hablar, pero es una realidad, así que, estar informado sobre los signos de alerta de suicidio y cómo intervenir de manera adecuada puede ser crucial en situaciones de crisis.

10. Practicar el autocuidado como madre: Es fundamental cuidar tu propia salud mental y emocional para poder ser un apoyo efectivo para tu hijo. Por eso la terapia para la madre es recomendable.

Te tengo una buena noticia: No estás sola, somos muchos los que estamos pasando por esto. Busca el apoyo necesario y trata de utilizar estas herramientas que a nosotros nos ha fortalecido y permitido sobrellevar esta enfermedad.

Recursos / Fuentes:

Si tu hijo o alguien que tu conoces está atravesando un proceso de depresión llamar al:

Substance Abuse and Mental Health Administration (SAMHSA) Helpline: 1-800-662-4357

National Suicide Prevention Lifeline: 1-800-273-8255

Libros que me acompañaron en este trayecto:

Living with IT”  A survivor’s guide to overcoming Panic and Anxiety (Bev Aisbett)
 “Mamá me he parado por dentro” María Escalona del Olmo

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